jueves, 27 de febrero de 2014

Paco de Lucía.

Mi pequeño homenaje al Rey de la guitarra flamenca. ¡Ole Paco! Donde quiera que estes.
El genio de las seis cuerdas, el maestro absoluto del flamenco, el guitarrista Paco de Lucía (Algeciras, 1947) ha muerto este miércoles en Cancún (México), de un infarto, a los 66 años. Francisco Sánchez Gómez (su nombre real), el más universal de los flamencos...
El pianista Dorantes glosa así de poético su muerte: "Se ha ido un revolucionario. Un maestro de maestros. Se fue entre encajes de agua y cúmulo de arenas, donde solo él se eterniza. Maestro Paco, quisiste abrir de tu alma las puertas y dejar salir a un horizonte oxidado mil pasiones nuevas".
Introdujo el cajón peruano.
"Con John McLauglin llegué a creerme Dios. Fue quien me reveló que con la técnica de las escalas podía abordar más acordes", reconoció el tocaor que introdujo el bajo, los bongos, el saxo y el cajón peruano en el jondo. "Requiere más esfuerzo un silencio bien puesto que una escala vertiginosa", añadió un músico sin el cual no se entendería el flamenco de hoy. Ni el de mañana.
El guitarrista fue también Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz y por el Berklee College of Music, distinción concedida en mayo de 2010.
La concepción del toque cambiaba cada vez que sacaba un disco. Cuando sus discípulos asimilaban sus enseñanzas, le daba una nueva vuelta de tuerca a su creatividad. Dialogó con la música brasileña, la clásica de Falla, Rodrigo y Albéniz, el jazz de Pedro Iturralde, Chick Corea, John McLaughlin, Al Di Meola y Larry Coryell.
A finales de los años 60 conoció a Camarón de la Isla, la columna vertebral del cante jondo de la segunda mitad del siglo XX. De esa mítica unión no pudo nacer más que pura magia. Grabaron diez discos entre 1968 y 1977. Después, juntos y por separado, fueron precursores de un flamenco más popular y mestizo entrando en el terreno del pop, el jazz, la salsa o la bossa nova.
Del genial disco Friday night in San Francisco (1981) que Paco de Lucía grabó junto a John McLaughlin y Al Di Meola se han vendido más de un millón de copias, una cifra inimaginable para un artista flamenco. Su talento no conocía límites. Y disfrutaba juntándose con otros grandes.